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jueves, 19 de enero de 2012

Recopilando un poco de todo.

Pues nada más y nada menos que tenemos que ponernos manos a la obra, y ser nosotros mismos los que escribamos un texto literario de cada género, la verdad que no es una tarea fácil.

Verso

Tu eres mi aliento, y mi seguridad
lo que anhelo cada mañana al despertar.
Mi fuerte de batallas que me hace ir a luchar.
Ponerme en pie cada mañana
aunque haya tempestad.
Me quitas el miedo y me das la paz.
Como en el cielo se que en ningún lugar
pero se te echa de menos
y de eso hace mucho ya.
Aún no entiendo
por qué nos has dejado
por qué te has ido papá.




Prosa

Cada mañana al despertar lo primero que hago es asomarme a la ventana y miro al cielo, y el sol ha salido una vez más, me guiña un ojo, me dedica una sonrisa y me dice no te agobies que el día no da para más.

Como casi siempre el día es largo y hay mucho que hacer; aún es pronto y lo debemos aprovechar al máximo, tomo algo, me aseo rápidamente y me pongo hacer las cosas de la casa una por una, primero recojo la cocina, estaba en un estado lamentable cuando entré en ella, a los señores marqueses les había entrado el hambre a media noche y lo habían dejado todo aquello muy sucio.

Puff parece que me quitado un peso de encima, pero nada que ver, aún queda mucho por hacer, el office está desordenado cada cosa por un lado, hay comida en la mesa, y por el suelo; la máquina de coser está por medio, con las telas tiradas por la mesa, y un vestido de gala a medio hacer. Recojo aquel desorden y ya noto el primer cansancio de la mañana, el más tempranero de los cansancios.

Cuando he terminado con el office me meto manos a la obra con el lavadero, madre mía la de ropa que hay que lavar, y que tender, por no hablar de las camisas para ocho que hay que planchar, ¡son una barbaridad!, es el cuento de nunca de acabar.

Cuando parece que ya has avanzado, te entra un bajón a medio camino y te da la sensación de que todavía no has hecho nada, pero las horas de tu reloj van pasando. Y entonces llegas al salón, la habitación por excelencia en una casa, y como no podía ser menos está desordenado, los cojines por ahí tirados, la play en el suelo, las mantas echas un trapo todas fuera de su lugar, pero tampoco tardas mucho en recogerlo, es una tarea fácil, lo complicado es el comedor, limpiar debajo de la mesa, debajo de cada silla, una a una, quitar el polvo que resulta muy pesado… sin duda es un aburrimiento.

Vamos avanzando poco a poco, hacemos la terraza, el hall, y el pasillo, pero tenemos que hacer una parada, los marqueses que habitan el hotel están durmiendo, además de marqueses dormilones y vagos; para que luego digan; mientras yo sigo haciendo las tareas del día a día, hay tantas cosas por hacer que no puedes ni descansar un minuto.

Preparas el desayuno y lo dejas todo listo para cuando los señores marqueses se despierten, y cuando éstos se levantan y mientras se desayunan, y se asean, en los baños que ya habían sido limpiados, yo voy haciendo uno por uno cada uno de sus aposentos, cada cual más sucio que el anterior.

Cuando parece que el día va a comenzar, llega casi la hora del mediodía, y es la hora de almorzar, prepara una rica comida que los marqueses quieren almorzar. Pero no te libras tu día no ha hecho más que comenzar y ni siquiera hemos llegado a la mitad.

Por la tarde queda el té, y cosas que ordenar; sino, la compra en el mercado, sin provisiones no podemos estar. Al final del día y tanto trabajo, la cena servida tiene que estar, todo el esfuerzo de una tarde cocinando que en diez minutos ya ni está. Todo es fácil, cuando lo hacen los demás, no valoramos las cosas que se nos regalan, porque pensamos que son merecidas porque debemos lealtad.

Desde aquí ahora te digo no seas vago, estoy harto de trabajar, que mi día comienza cuando el tuyo no ha hecho más que acabar; que descanses que yo estoy muerta, otro día sin poder hacer mis cosas, ya que más me da, si no tienen ni prioridad ni caducidad, haga lo que haga, nadie lo valorará.







Diálogo

La acción trascurre una noche cualquiera, de un día cualquiera, Ana está durmiendo mientras que Pablo un poco borracho, prefiere divertirse un rato.

Pablo: Aaaanaaaa

Pablo: Anaaaa ¿estás ya despierta?

(Pero todavía no hay respuesta por parte de Ana).

Pablo: Ana ¿tienes novio?

Ana: no

Pablo: ¿Estás segura?

Ana: sí

Pablo: pues yo no puedo decir lo mismo.

Ana: ¿qué dices?

Pablo: tus amigas me lo han contado.
Ana: no

Pablo: que si, que me han dicho que tienes novio

Ana: que no hombre que no, ya te digo yo que no

Pablo: pero si estabas hablando con el ahora mismo

Ana: no flipes

Pablo: no flipo

Ana: no te inventes

Pablo: a ver voy a coger tu móvil y voy a ver los mensajes

Pablo: no dices nada, pues entonces lo cojo.

Ana: ¿qué dices?

Pablo: que te cojo el móvil

Ana: ni en broma

Pablo: no no, en broma no, enserio

Ana: no sabes dónde está

Pablo: si que lo sé

Ana: no

Pablo: lo tengo yo

Ana: que vale que me dejes

A la mañana siguiente Pablo, un poco resacoso se acuerda de las últimas risas que se echó, estaba en la habitación de su hermana haciéndole preguntas mientras ella dormía.

Pablo: Ana no sabes guardar secretos

Ana: ¿por qué?

Pablo: porque me has contado todo esta noche

Ana: el qué

Pablo: que tu amiga María tiene novio

Ana: ¡¡¡¡tú eres tonto, porque me haces preguntas dormida!!!!

Pablo: o sea que tu amiga María tiene novio… ya hablaré yo con ella.

Ana: déjame en paz.



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